22 de septiembre, 2023

Por Brandon Smith 

Las señales ya están presentes y son obvias, pero el panorama económico general probablemente no será reconocido por la corriente dominante hasta que la situación empeore mucho (como si no fuera suficientemente mala). Es un problema que surge al inicio de cada crisis financiera histórica: los economistas y comentaristas de la corriente dominante mienten al público sobre las posibilidades de recuperación, dando constantemente falsas garantías y adormecie00ndo a la gente. Incluso ahora, con la inflación de precios golpeando al consumidor medio, nos dicen que no hay nada de qué preocuparse. El “aterrizaje suave” de la Reserva Federal está en camino.

En 2007, justo antes del épico colapso de los derivados, los expertos de los medios de comunicación aplaudían el mercado inmobiliario estadounidense y predecían máximos aún mayores en las ventas y las valoraciones. Recordamos que aquella muestra de optimismo parecía una compensación por algo. Parecía como si estuvieran tratando de engañar al público con la esperanza de que si la gente creía lo suficiente que todo iba bien, la fantasía se convertiría en realidad. Por desgracia, la economía no funciona así.

La oferta y la demanda, la deuda y el déficit, la velocidad del dinero y la inflación son factores que no pueden ignorarse. Si el sistema está desequilibrado, el colapso hará de las suyas y nadie, ni siquiera los bancos centrales, podrá hacer nada al respecto. De hecho, hay ocasiones en las que deliberadamente ingeniaran el colapso.

Esta es la situación en la que nos encontramos hoy en día a medida que 2022 se acerca a su fin. La Fed se encuentra en medio de un programa de subidas de tipos bastante agresivo en una “lucha” contra la crisis estanflacionaria que crearon a través de años de medidas de estímulo fiat. El problema es que los tipos de interés más altos no están haciendo bajar los precios, ni están frenando realmente la especulación bursátil. El dinero fácil ha estado demasiado arraigado durante demasiado tiempo, lo que significa que el escenario más probable es un aterrizaje brusco.

A principios de la década de 2000, la Reserva Federal aplicó tipos de interés artificialmente bajos que inflaron la burbuja inmobiliaria y de derivados. En 2004, iniciaron un proceso de endurecimiento. En 2004 los tipos estaban en el 1% y en 2006 subieron a más del 5%. Fue entonces cuando empezaron a aparecer grietas en la estructura crediticia, siendo el 4,5% – 5,5% el punto de corte mágico antes de que la deuda se volviera demasiado cara para que el sistema continuara con la farsa. En 2007/2008, la nación fue testigo de una implosión exponencial del crédito, lo que desencadenó la mayor bonanza de impresión de dinero de la historia de EEUU con el fin de salvar el sector bancario, al menos durante un tiempo.

Dado que la Reserva Federal no arregló nada por aquel entonces, seguiremos utilizando el tipo de los fondos del 5% como indicador de cuándo veremos otra gran contracción. La diferencia esta vez es que el banco central no tiene la opción de inundar la economía con más dinero fiduciario, al menos no sin desencadenar inmediatamente una espiral de estanflación mayor. También estoy operamos sobre la premisa de que la Fed quiere un crash en este momento.

Como señala en nuestro artículo “The Fed Is Taking The Punch Bowl Away – But The Inflation Crisis Will Continue To Grow”, publicado en mayo:

“Los comentaristas financieros de la corriente dominante quieren creer que la Fed capitulará porque desean desesperadamente que continúe la fiesta en los mercados de valores, pero la fiesta ha terminado. Sin duda, habrá momentos en los que los mercados suban basándose en nada más que una o dos palabras de un funcionario de la Fed sembrando falsas esperanzas, pero esto será raro. En última instancia, la Fed se ha llevado la ponchera y no va a volver. Tienen la excusa perfecta para acabar con la economía y con los mercados en forma de un desastre estanflacionario causado por ellos mismos. ¿Por qué iban a dar marcha atrás ahora?”.

Mi posición es que el banco central tiene una agenda global que eclipsa cualquier lealtad nacional, y que requiere el declive de la economía estadounidense para acelerar la introducción de Monedas Digitales de Bancos Centrales (CBDCs) vinculadas entre sí a través del FMI. Hasta ahora están consiguiendo exactamente lo que quieren y son perfectamente conscientes de lo que están haciendo.

Se espera que la Fed ralentice las subidas de tipos a 50 pb en diciembre, pero esto no está asegurado con el mercado laboral todavía al rojo vivo por los 8 billones de dólares en estímulo covid los últimos dos años (en su mayoría empleos peor pagados en el sector minorista y de servicios). Para la reunión de febrero de 2023 la Fed estará en o muy cerca del 5% de tipos de interés, lo que creemos que ayudará a desencadenar un desplome considerable de los mercados y despidos masivos.

Sin embargo, hay otros factores a tener en cuenta. Uno menos conocido es el nuevo impuesto especial del 1% sobre la recompra de acciones, incluido en la Ley de Reducción de la Inflación de Biden. La medida, que entrará en vigor en enero del año que viene, no reducirá los precios de los bienes. Dicho esto, las recompras de acciones siguen siendo el principal medio por el que las grandes empresas mantienen a flote la renta variable. Durante la última década, las recompras se han financiado con dinero prestado por la Reserva Federal a un interés cercano a cero, es decir, dinero gratis. Ahora, la fiesta del dinero fácil está a punto de terminar.

El impuesto especial del 1% añadido al tipo del 5% de los fondos de la Reserva Federal supone una carga del 6% para cualquier préstamo destinado a financiar futuras recompras. Este coste va a ser demasiado alto y las recompras se detendrán. Es decir, los mercados bursátiles también se detendrán y caerán. Es probable que pasen dos o tres meses antes de que el impuesto y la subida de tipos tengan un efecto visible en los mercados. Esto situaría nuestro marco temporal para la contracción en torno a marzo o abril de 2023.

Sin embargo, la inflación no va a desaparecer pronto. Hay que tener en cuenta el problema subyacente de los precios de la energía, ya que contribuyen a aumentar la tensión en la cadena de suministro.

Pensemos en esto por un momento: La actual reducción de los precios del petróleo y de la energía es artificial y está impulsada por los gobiernos, no por la oferta y la demanda. Los precios del petróleo en Estados Unidos se mantienen bajos gracias a los constantes vertidos de suministros de Joe Biden desde las reservas estratégicas. Con el tiempo, Biden se quedará sin petróleo para lanzar a los mercados y tendrá que reponer esas reservas a un coste mucho mayor.

Además, los precios del petróleo y la energía se mantienen bajos debido a la sospechosamente extraña política china de Covid Cero, que está ralentizando su economía y reduciendo el uso del petróleo al mínimo. Con la escalada de disturbios públicos, el PCC probablemente tratará de suavizar las condiciones para aplacar la disidencia, jugando a soltar la válvula de vapor. La reapertura está prevista para principios del año que viene, aunque, por supuesto, seguirá habiendo una serie de controles.

En cuanto China reabra, los precios del petróleo volverán a dispararse en el mercado mundial.

Además, está la guerra en Ucrania y las sanciones en curso contra Rusia. Europa está a punto de enfrentarse al peor invierno en décadas, con el suministro de gas natural muy limitado y el coste de la energía para la fabricación ya insostenible. Su única esperanza son las temperaturas suaves para el resto de la temporada. Si la tendencia actual se mantiene, la producción en Europa se verá estrangulada, lo que provocará el caos en la cadena de suministro mundial.

Los altos precios de la energía y las interrupciones en la cadena de suministro significarán precios inflados continuos en bienes y servicios hasta bien entrado 2023, incluso con una contracción en los mercados de trabajo y las bolsas. Mientras tanto, sugerimos a los lectores que hagan acopio de provisiones siempre que sea posible y se organicen en sus comunidades locales antes del próximo mes de abril.

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