22 de septiembre, 2023

Por Haley Zaremba

Pakistán se enfrentó el lunes a un apagón en casi todo el país.

La importante escasez de energía es una de las principales causas de la actual crisis económica del país.

La crisis energética en Europa ha hecho a Pakistán vulnerable a los altos precios del combustible.

La tan esperada crisis energética invernal ha llegado por fin… pero no ha sido en Europa, después de todo. El lunes, casi todo Pakistán se quedó sin electricidad al fracasar una equivocada estrategia de ahorro energético del gobierno.

Una inflación galopante, una moneda muy debilitada y unas reservas de divisas que se vacían rápidamente han dejado a Pakistán al borde del colapso económico.

El país, de 230 millones de habitantes, está acosado por los pagos atrasados de la energía y pretendía recortar gastos reduciendo el consumo energético cuando el plan se salió de madre, dejando a la población de todo el país sin electricidad ni agua durante más de 12 horas.

Las autoridades pakistaníes habían planeado ahorrar en costes energéticos cortando la electricidad en todo el país durante la noche. Las horas nocturnas son las de menor consumo energético en Pakistán, donde los inviernos son relativamente suaves.

El problema surgió cuando los técnicos intentaron reiniciar el sistema eléctrico por la mañana y descubrieron que la infraestructura no era capaz de arrancar toda la red energética del país a la vez.

Las principales ciudades, incluida la capital, Islamabad, así como ciudades y pueblos más pequeños de todo el país, se quedaron a oscuras el lunes durante 15 horas, que se prolongaron hasta bien entrada la noche.

El ministro de Energía, Khurram Dastgir, declaró a los medios de comunicación locales que “como medida económica, hemos apagado temporalmente nuestros sistemas de generación de energía” el domingo por la noche.

Explicó que cuando los ingenieros intentaron volver a encender los sistemas, se produjo una “fluctuación en el voltaje”, que “obligó a los ingenieros a apagar por completo las estaciones de la red eléctrica”.

Millones de personas se quedaron sin agua potable al fallar las bombas eléctricas. Aunque algunas escuelas y hospitales pudieron recurrir a generadores de reserva, muchos se quedaron sin electricidad durante todo el día.

Las autoridades pakistaníes llegaron a desplegar más policías en los mercados de todo el país cuando se puso el sol, para aumentar la seguridad en la oscuridad.

No es la primera vez que Pakistán sufre apagones generalizados. Un informe de Associated Press señalaba que el apagón del lunes “recordaba a un apagón masivo que se produjo hace casi exactamente dos años, en enero de 2021, atribuido entonces a un fallo técnico en el sistema de generación y distribución de energía de Pakistán”.

El apagón de esta semana ha catalizado la desconfianza preexistente en todo el país hacia las tácticas y capacidades del gobierno, y ha avivado los temores y la indignación por la gestión gubernamental de la crisis económica del país.

La grave escasez de energía es una de las principales causas de la actual crisis económica del país. La gran dependencia de Pakistán de las importaciones de combustibles fósiles extranjeros para mantener las luces encendidas ha dejado al país “sumamente vulnerable a las subidas de los precios mundiales del petróleo y el gas”.

Esto ha tenido consecuencias devastadoras para el país, que no dispone de liquidez, ya que la guerra energética entre Europa y Rusia ha provocado una volatilidad generalizada en los mercados y ha elevado los costes de la energía a niveles dolorosos.

Según el Banco Asiático de Desarrollo, Pakistán importa “casi un tercio de sus recursos energéticos en forma de petróleo, carbón y gas natural licuado (GNL)”.

El propio periódico pakistaní Dawn criticaba esta semana al gobierno por su crisis económica “autoinfligida”, basada en “políticas energéticas insostenibles -precio y disponibilidad-, unidas a la constante volatilidad de la moneda”, que, según él, “han mantenido limitado el potencial exportador del país”.

De hecho, los expertos afirman que a la nación apenas le queda en sus arcas lo suficiente para un mes más de importaciones cruciales de energía y combustible.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) debate actualmente cómo mitigar la crisis que atraviesa Pakistán, empezando por suavizar algunas condiciones de un rescate propuesto de 6.000 millones de dólares, que el gobierno teme que no haga sino avivar la inflación. Esta ayuda vendría a sumarse a otros 1.100 millones de dólares que el FMI concedió a Islamabad en agosto. “Desde entonces”, informa Associated Press, “las discusiones entre ambas partes han oscilado debido a la reticencia de Pakistán a imponer nuevas medidas fiscales”.

Aunque no ha faltado mala gestión por parte del gobierno pakistaní, este problema no es sólo un problema pakistaní. Ni mucho menos. Economistas y expertos en desarrollo llevan meses advirtiendo de que Europa no será la verdadera víctima de la crisis energética europea.

Más bien, serán los países del mundo en desarrollo dependientes de las importaciones y con escasez de liquidez los que más sufrirán. La Agencia Internacional de la Energía advirtió que, mientras Europa ha conseguido mantenerse a flote durante un invierno suave, para el resto del mundo la crisis no ha hecho más que empezar.

Siguiendo los pasos de Pakistán, los países importadores de petróleo de África, Asia y América Latina se verán muy afectados, ya que los precios de los combustibles siguen golpeando sus monedas relativamente débiles.

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