29 de mayo, 2023

Por Jeffrey Sachs (Jeffrey D. Sachs es un profesor de economía de renombre mundial, autor de bestsellers, educador innovador y líder mundial en desarrollo sostenible)

El mayor enemigo del desarrollo económico es la guerra. Si el mundo se sume aún más en un conflicto global, nuestras esperanzas económicas y nuestra propia supervivencia podrían arder en llamas. El Boletín de Científicos Atómicos acaba de mover las manecillas del Reloj del Juicio Final a sólo 90 segundos para la medianoche.

El mayor perdedor económico del mundo en 2022 fue Ucrania, donde la economía se desplomó un 35% según el Fondo Monetario Internacional. La guerra en Ucrania podría terminar pronto y podría comenzar la recuperación económica, pero esto depende de que Ucrania comprenda su difícil situación como víctima de una guerra indirecta entre Estados Unidos y Rusia que estalló en 2014.

Estados Unidos ha estado armando y financiando fuertemente a Ucrania desde 2014 con el objetivo de expandir la OTAN y debilitar a Rusia. Las guerras por poderes de Estados Unidos suelen prolongarse durante años e incluso décadas, dejando en escombros a países como Ucrania.

A menos que la guerra por poderes termine pronto, Ucrania se enfrenta a un futuro terrible. Ucrania necesita aprender de la horrible experiencia de Afganistán para evitar convertirse en un desastre a largo plazo. También podría fijarse en las guerras por poderes de Estados Unidos en Vietnam, Camboya, Laos, Irak, Siria y Libia.

A partir de 1979, Estados Unidos armó a los muyahidines (combatientes islamistas) para hostigar al gobierno respaldado por los soviéticos en Afganistán. Como explicó más tarde Zbigniew Brzezinski, asesor de seguridad nacional del presidente Jimmy Carter, el objetivo de Estados Unidos era provocar la intervención de la Unión Soviética para atraparla en una guerra costosa. El hecho de que Afganistán fuera un daño colateral no preocupaba a los dirigentes estadounidenses.

El ejército soviético entró en Afganistán en 1979, como esperaba Estados Unidos, y luchó durante toda la década de 1980. Mientras tanto, los combatientes apoyados por Estados Unidos crearon Al Qaeda en la década de 1980 y los talibanes a principios de la década de 1990.

El “truco” de Estados Unidos a la Unión Soviética había fracasado. En 2001, Estados Unidos invadió Afganistán para luchar contra Al Qaeda y los talibanes. La guerra continuó durante otros 20 años, hasta que Estados Unidos finalmente se marchó en 2021. Las operaciones militares esporádicas de Estados Unidos en Afganistán continúan.

Afganistán yace en ruinas. Mientras Estados Unidos malgastaba más de 2 billones de dólares en gastos militares, Afganistán está empobrecido, ¡con un producto interior bruto en 2021 inferior a 400 dólares por persona! Como “regalo” de despedida a Afganistán en 2021, el Gobierno estadounidense confiscó las escasas divisas de Afganistán, paralizando el sistema bancario.

La guerra por poderes en Ucrania comenzó hace nueve años, cuando el Gobierno de EEUU apoyó el derrocamiento del presidente de Ucrania, Viktor Yanukovich. El pecado de Yanukóvich desde el punto de vista estadounidense fue su intento de mantener la neutralidad de Ucrania a pesar del deseo de Estados Unidos de ampliar la OTAN para incluir a Ucrania (y Georgia).

El objetivo de Estados Unidos era que los países de la OTAN rodearan a Rusia en la región del Mar Negro. Para lograr este objetivo, Estados Unidos ha estado armando y financiando masivamente a Ucrania desde 2014.

Los protagonistas estadounidenses de entonces y de ahora son los mismos. La persona de contacto del Gobierno estadounidense sobre Ucrania en 2014 era la secretaria de Estado adjunta Victoria Nuland, que hoy es subsecretaria de Estado. En 2014, Nuland trabajaba en estrecha colaboración con Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional del presidente Joe Biden, que desempeñó el mismo papel para el vicepresidente Biden en 2014.

Estados Unidos pasó por alto dos duras realidades políticas en Ucrania. La primera es que Ucrania está profundamente dividida étnica y políticamente entre los nacionalistas que odian a Rusia en Ucrania occidental y los rusos étnicos en Ucrania oriental y Crimea. La segunda es que la ampliación de la OTAN a Ucrania cruza una línea roja rusa. Rusia luchará hasta el final, y escalará si es necesario, para impedir que Estados Unidos incorpore a Ucrania a la OTAN.

Estados Unidos afirma repetidamente que la OTAN es una alianza defensiva. Sin embargo, la OTAN bombardeó Serbia, aliada de Rusia, durante 78 días en 1999 para separar Kosovo de Serbia, tras lo cual Estados Unidos estableció una gigantesca base militar en Kosovo. Del mismo modo, las fuerzas de la OTAN derrocaron al aliado ruso Moammar Gadhafi en 2011, desencadenando una década de caos en Libia. Desde luego, Rusia nunca aceptará la presencia de la OTAN en Ucrania.

A finales de 2021, el presidente ruso Vladimir Putin planteó tres exigencias a Estados Unidos: Ucrania debe permanecer neutral y fuera de la OTAN; Crimea debe seguir formando parte de Rusia; y el Donbás debe adquirir autonomía de conformidad con el Acuerdo de Minsk II.

El equipo Biden-Sullivan-Nuland rechazó las negociaciones sobre la ampliación de la OTAN, ocho años después de que el mismo grupo respaldara el derrocamiento de Yanukóvich. Con las exigencias negociadoras de Putin rotundamente rechazadas por Estados Unidos, Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022.

En marzo de 2022, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, pareció comprender la grave situación de Ucrania como víctima de una guerra por poderes entre Estados Unidos y Rusia. Declaró públicamente que Ucrania se convertiría en un país neutral y pidió garantías de seguridad. También reconoció públicamente que Crimea y Donbás necesitarían algún tipo de tratamiento especial.

El entonces Primer Ministro de Israel, Naftali Bennett, se implicó como mediador, junto con Turquía. Rusia y Ucrania estuvieron a punto de llegar a un acuerdo. Sin embargo, como ha explicado recientemente Bennett, Estados Unidos “bloqueó” el proceso de paz.

Desde entonces, la guerra se ha intensificado.

Según el periodista de investigación estadounidense Seymour Hersh, agentes estadounidenses volaron los gasoductos Nord Stream en septiembre. Más recientemente, Estados Unidos y sus aliados se han comprometido a enviar tanques, misiles de mayor alcance y, posiblemente, aviones de combate a Ucrania.

La base para la paz está clara. Ucrania sería un país neutral no perteneciente a la OTAN. Crimea seguiría siendo el hogar de la flota naval rusa del Mar Negro, como lo ha sido desde 1783. Se encontraría una solución práctica para el Donbás, como una división territorial, autonomía o una línea de armisticio.

Y lo que es más importante, se pondría fin a los combates, las tropas rusas abandonarían Ucrania y la soberanía de este país estaría garantizada por el Consejo de Seguridad de la ONU y otras naciones. Dicho acuerdo podría haberse alcanzado en diciembre de 2021 o en marzo de 2022.

Sobre todo, el Gobierno y el pueblo de Ucrania dirían a Rusia y a Estados Unidos que Ucrania se niega a seguir siendo el campo de batalla de una guerra por poderes. Ante las profundas divisiones internas, los ucranianos de ambos lados de la división étnica se esforzarían por lograr la paz, en lugar de creer que una potencia exterior les evitará la necesidad de comprometerse.

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