Aunque la guerra a tiros hace estragos en Ucrania, el espect�culo principal est� en Estados Unidos.
Por Alex Krainer
No cabe duda de que estamos en guerra, pero no como en las pel�culas. Esta guerra no se parece a ninguna de las que aprendimos en la escuela, en las que dos fuerzas opuestas se encuentran en un campo de batalla y luchan hasta que uno de los bandos se impone.
Ese tipo de guerra est� ocurriendo en Ucrania, pero eso es s�lo una parte del conflicto en el que est� sumido casi todo el resto del mundo. Se manifiesta de formas diferentes y aparentemente inconexas, pero forma parte del mismo conflicto.
A algunos analistas les gusta utilizar la expresi�n «h�brido» o «asim�trico» para describirlo, con lo que quieren decir que, adem�s de disparos, el conflicto tiene dimensiones informativas, culturales, econ�micas y financieras. Pero yo creo que la guerra es a�n m�s grande que eso: es global y total -quiz�s deber�a llamarse guerra global total.
El «D�a Trans de la Venganza», previsto en Washington DC, es s�lo la �ltima y m�s extra�a parte de ella.

El choque de dos sistemas
En su discurso ante el Foro Econ�mico Mundial celebrado en Davos en mayo de 2022, George Soros explic� que estamos asistiendo a un choque entre dos modelos de gobierno. Esto era s�lo ligeramente enga�oso: los modelos no se hacen la guerra unos a otros; son las partes interesadas en estos modelos las que est�n luchando.
Soros caracteriz� a los dos bandos enfrentados como «sociedades abiertas» frente a «sociedades cerradas», donde las sociedades abiertas son democracias liberales que respetan los derechos humanos y las sociedades cerradas son autocracias.
Pero las sociedades «abiertas» de Soros son en realidad oligarqu�as ocultas tras falsas fachadas democr�ticas. Para creer a Soros, tendr�amos que aceptar que los oligarcas trillonarios a cargo de las sociedades abiertas son defensores ac�rrimos de la democracia y los derechos humanos, dispuestos a derramar sangre y tesoros en su defensa.
Esta guerra es tan antigua como la banca de reserva fraccionaria
Pero la noci�n de que el conflicto es entre «dos modelos de gobernanza» no es nueva: es tan antigua como las formas m�s antiguas de banca de reserva fraccionaria. El principal asesor econ�mico de Abraham Lincoln, Henry C. Carey, lo caracteriz� un poco mejor que George Soros. En su obra de 1851, «La armon�a de intereses». Carey escribi� lo siguiente:
«Hay dos sistemas ante el mundo: el uno busca aumentar la proporci�n de personas y de capital dedicados al comercio y al transporte y, por lo tanto, disminuir la proporci�n dedicada a la producci�n de materias primas con las que comerciar, con la consiguiente disminuci�n del rendimiento del trabajo de todos; mientras que el otro busca aumentar la proporci�n dedicada al trabajo de producci�n y disminuir la dedicada al comercio y al transporte, con el consiguiente aumento del rendimiento para todos, dando al trabajador buenos salarios y al propietario del capital buenos beneficios.
Uno busca aumentar la cantidad de materias primas que se exportan, y disminuir los incentivos a la importaci�n de hombres, empobreciendo as� tanto al agricultor como al plantador al imponerles la carga del flete; mientras que el otro busca aumentar la importaci�n de hombres y disminuir la exportaci�n de materias primas, enriqueciendo as� tanto al plantador como al agricultor al liberarlos del pago del flete.
Uno busca dar los [productos] de millones de acres de tierra y del trabajo de millones de hombres por los [servicios] de cientos de miles de hombres distantes; el otro busca traer a los hombres distantes a consumir en la tierra los productos de la tierra, intercambiando trabajo de un d�a por trabajo de un d�a.
Uno busca obligar a los granjeros y plantadores de la Uni�n a continuar sus contribuciones para el sostenimiento de las flotas y los ej�rcitos, los pobres, los nobles y los soberanos de Europa; el otro busca permitirnos aplicar los mismos medios para el mejoramiento moral e intelectual de los soberanos de Am�rica.
Uno busca la continuaci�n de esa libertad de comercio que niega el principio de la protecci�n, y sin embargo la distribuye como derechos de renta; el otro busca extender el �rea del libre comercio leg�timo mediante el establecimiento de una protecci�n perfecta, seguida por la anexi�n de individuos y comunidades, y finalmente por la abolici�n de las aduanas.
La una pretende exportar hombres para ocupar extensiones desiertas, cuya soberan�a se obtiene con la ayuda de la diplomacia o la guerra; la otra, aumentar el valor de una inmensa extensi�n de tierra bald�a importando millones de hombres para su ocupaci�n.
Uno busca la centralizaci�n de la riqueza y el poder en una gran ciudad comercial que rivalice con las grandes ciudades de los tiempos modernos que han sido y est�n siendo sostenidas con la ayuda de contribuciones que han agotado a todas las naciones sometidas a ellas; el otro busca la concentraci�n, con la ayuda de la cual se har� un mercado en la tierra para los productos de la tierra, y el agricultor y el plantador se enriquecer�n.
Uno busca aumentar la necesidad del comercio; el otro, aumentar el poder para mantenerlo.
Uno aspira a subemplear al hind� y hundir al resto del mundo a su nivel; el otro, a elevar el nivel del hombre en todo el mundo a nuestro nivel.
Uno aspira a la guerra universal; el otro, a la paz universal.
Uno es el sistema ingl�s; el otro podemos enorgullecernos de llamarlo el sistema americano, porque es el �nico jam�s concebido cuya tendencia ha sido la de elevar al mismo tiempo que igualar la condici�n del hombre en todo el mundo».
Ahora bien, si usted es como yo, y tal vez estudi� econom�a e historia, conoce a Adam Smith y a John Maynard Keynes, pero probablemente nunca oy� hablar de Henry C. Carey. Agradezco a Cynthia Chung y Matthew Ehret que me hayan dado a conocer la obra de Carey a trav�s de su inestimable investigaci�n.
Si alguna vez leen la biograf�a de Carey, se preguntar�n por qu� uno de los economistas m�s importantes de su �poca abandon� los planes de estudio.
Pues bien, la guerra global total es la raz�n. A saber, los defensores del modelo de gobierno de «sociedad abierta» preferir�an que no supieras nada de Henry Carey ni del sistema estadounidense que hab�a convertido a Estados Unidos de una serie de colonias desunidas del Imperio Brit�nico en la naci�n m�s pr�spera y poderosa del mundo.
En tiempos de Lincoln, Estados Unidos era conocida como una naci�n de lectores, muchos de los cuales entend�an claramente a qu� se enfrentaban.
De hecho, el ascenso de Estados Unidos se convirti� en una amenaza tal para el Imperio Brit�nico que �ste orquest� una guerra civil para dividir la Uni�n en dos Estados clientes m�s peque�os y d�biles que pudieran enfrentarse entre s� y mantenerse d�biles y f�cilmente dominables.
Los imperios no sufren a los rivales y prefieren que la tierra est� cubierta por masas incultas y desorganizadas cuyo �nico valor ser�a como fuente de mano de obra barata, o preferiblemente gratuita, utilizada para extraer la riqueza en recursos de sus pa�ses y transferirla a «los nobles y soberanos de Europa».
Estos ser�an los propios interesados de las sociedades abiertas de George Soros, que se congregan en Davos y fantasean con convertir a toda la humanidad en un reba�o de «animales hackeables» sin libre albedr�o.
Aunque la guerra a tiros est� haciendo estragos en Ucrania, Estados Unidos sigue siendo el campo de batalla central de esta guerra total. El pueblo estadounidense est� sometido a un aluvi�n aparentemente inconexo de ataques que se han intensificado desde hace varias d�cadas y que son casi demasiados para enumerarlos, pero sus efectos incluyen un descenso sostenido del nivel de vida, el colapso progresivo de las infraestructuras de la naci�n, la p�rdida de libertades y la guerra permanente.
Y s�, los estadounidenses est�n muriendo, s�lo que no exactamente en trincheras:
Ya han perdido!
Pero la oligarqu�a oculta detr�s de las sociedades abiertas ya ha perdido su guerra global. Predijeron sus planes sobre el logro de la dominaci�n total de todo el mundo. La aparici�n de un orden multipolar derrumba por completo sus planes.
�C�mo puedes obligar a todo el mundo a depender de molinos de viento y paneles solares si tus rivales est�n felices quemando petr�leo y gas y haciendo funcionar sus hornos de producci�n de acero? Sin acero no se pueden construir armas modernas. �C�mo puedes obligar a los «animales hackeables» a subsistir a base de insectos si los habitantes de sociedades cerradas disfrutan de los alimentos tradicionales? �C�mo obligar a 7.000 u 8.000 millones de personas a ponerse tus vacunas y llevar pases de vacunaci�n si otras naciones optan por las vacunas de tus rivales? Ese barco ya hab�a zarpado: sencillamente, no se puede hacer.
Levantar un nuevo tel�n de acero
El �nico premio de consolaci�n de que dispone ahora la oligarqu�a oculta es labrarse un bloque geopol�tico, romper todos los lazos con las sociedades cerradas y aplicar sus planes dentro de un nuevo tel�n de acero. Entonces, tal vez, las sociedades abiertas podr�an reagruparse y reconstruir su fuerza militar (no con paneles solares) para otro intento de dominaci�n mundial en el futuro.
Lo m�s probable es que este nuevo tel�n de acero abarque el Reino Unido, Canad�, Australia, Nueva Zelanda y partes de Europa continental. Pero la viabilidad del bloque depender� de si puede incluir tambi�n a Estados Unidos, que sigue siendo un hueso muy duro de roer.
Las migraciones incontroladas, el ataque a los derechos de los estados y el asalto sin cuartel a la Declaraci�n de Derechos, incluidos los tiroteos masivos peri�dicos, son todos intentos de la oligarqu�a oculta por resquebrajarlo. Todo forma parte de la guerra global total.
Al igual que Henry Carey, aquellos que comprendieron la naturaleza de este conflicto sab�an que se acercaba el enfrentamiento final. Dirigi�ndose al pueblo norteamericano, Ernesto Che Guevara invoc� el enfrentamiento que se avecinaba: «Os envidio. Ustedes los norteamericanos son muy afortunados. Est�is librando la lucha m�s importante de todas: viv�s en el vientre de la bestia». El Che se equivoc� en muchas cosas, pero creo que acert� en esa parte.