1 de octubre, 2023

Por Pepe Escobar

La disonancia cognitiva colectiva mostrada por la manada de hienas con caras pulidas que dirigen la política exterior de Estados Unidos nunca debe ser subestimada. Y, sin embargo, esos psicópatas neocon straussianos han sido capaces de lograr un éxito táctico.

Europa es un barco de tontos que se dirige a Escila y Caribdis – con quislings como Le Petit Roi de Francia y el Canciller de Salchichas de Hígado de Alemania cooperando en la debacle, completa con las galerías ahogándose en una vorágine de moralismo histérico.

Son los que manejan el Hegemón los que están destruyendo Europa. No Rusia.

Pero luego está La Gran Imagen del Nuevo Gran Juego 2.0.

Dos analistas rusos, por distintos medios, han elaborado una hoja de ruta sorprendente, bastante complementaria y bastante realista.

El general Andrei Gurulyov, retirado, es ahora miembro de la Duma. Considera que la guerra entre la OTAN y Rusia en suelo ucraniano no terminará hasta 2030, cuando Ucrania básicamente haya dejado de existir.

Andrei Gurulyov

Su fecha límite es 2027-2030, algo que hasta ahora nadie se ha atrevido a predecir. Y “dejar de existir”, según Gurulyov, significa realmente desaparecer de cualquier mapa. Implícita está la conclusión lógica de la Operación Militar Especial -reiterada una y otra vez por el Kremlin y el Consejo de Seguridad:

  • La desmilitarización y desnazificación de Ucrania.

  • El estatus neutral.

  • No pertenencia a la OTAN.

  • “Indivisibilidad de la seguridad”, por igual, para Europa y el espacio postsoviético.

Así que hasta que no tengamos estos hechos sobre el terreno, Gurulyov está diciendo esencialmente que el Kremlin y el Estado Mayor ruso no harán ninguna concesión.

Nada de “conflicto congelado” impuesto por el Cinturón o falso alto el fuego, que todo el mundo sabe que no se respetará, igual que nunca se respetaron los acuerdos de Minsk.

Y sin embargo, Moscú, tenemos un problema. Por mucho que el Kremlin insista siempre en que no se trata de una guerra contra los hermanos y primos eslavos ucranianos -lo que se traduce en que no habrá un Shock’n Awe al estilo estadounidense pulverizando todo lo que esté a la vista-, el veredicto de Gurulyov implica que la destrucción del actual Estado ucraniano, canceroso y corrupto, es una necesidad.

Un informe de situación exhaustivo de la encrucijada crucial, tal y como está, argumenta correctamente que si Rusia estuvo en Afganistán durante 10 años, y en Chechenia, todos los periodos combinados, durante otros 10 años, el SMO actual – descrito de otro modo por algunas personas muy poderosas en Moscú como una “casi guerra” – y encima contra toda la fuerza de la OTAN, bien podría durar otros 7 años.

El sitrep también argumenta correctamente que para Rusia el aspecto cinético de la “casi guerra” ni siquiera es el más relevante.

En lo que a efectos prácticos es una guerra a muerte contra el neoliberalismo occidental, lo que realmente importa es un Gran Despertar ruso, que ya está en marcha: “El objetivo de Rusia es emerger en 2027-2030 no como un mero ‘vencedor’ de pie sobre las ruinas de algún país ya olvidado, sino como un Estado que ha vuelto a conectar con su arco histórico, se ha encontrado a sí mismo, ha restablecido sus principios, su coraje en la defensa de su visión del mundo”.

Sí, se trata de una guerra civilizacional, como ha argumentado magistralmente Alexander Dugin. Y se trata de un renacimiento civilizacional.

Y sin embargo, para los psicópatas neoconservadores straussianos, eso no es más que otro tinglado para sumir a Rusia en el caos, instalar una marioneta y robar sus recursos naturales.

Fuego en el agujero

El análisis de Andrei Bezrukov complementa perfectamente el de Gurulyov (aquí, en ruso). Bezrukov es un antiguo coronel de la SVR (inteligencia exterior rusa) y ahora profesor de la Cátedra de Análisis Aplicado de Problemas Internacionales en MGIMO y presidente del think tank Consejo de Política Exterior y de Defensa.

La reunión con el Asesor del Consejero Delegado de Rosneft, Andrey Bezrukov, se celebró en la Universidad Gubkin

Bezrukov sabe que el Imperio no se tomará a la ligera la humillación masiva de la OTAN en Ucrania. E incluso antes de la posible fecha de 2027-2030 propuesta por Gurulyov, afirma, está obligado a incendiar el sur de Eurasia, desde Turquía hasta China.

El presidente Xi Jinping, en su memorable visita al Kremlin el mes pasado, dijo al presidente Putin que el mundo está experimentando cambios “no vistos en 100 años”.

Bezrukov, apropiadamente, nos recuerda el estado de cosas entonces: “En los años que van de 1914 a 1945, el mundo se encontraba en el mismo estado intermedio en el que se encuentra ahora. Aquellos treinta años cambiaron el mundo por completo: de los imperios y los caballos a la aparición de dos potencias nucleares, la ONU y el vuelo transatlántico. Estamos entrando en un periodo similar, que esta vez durará unos veinte años”.

Europa, previsiblemente, “se marchitará”, pues “ya no es el centro absoluto del universo”. En medio de esta redistribución del poder, Bezrukov retoma uno de los puntos clave de un análisis seminal desarrollado en el pasado reciente por Andre Gunder Frank: “Hace 200-250 años, el 70% de la fabricación estaba en China e India. Estamos volviendo más o menos ahí, lo que también se corresponderá con el tamaño de la población”.

Así que no es de extrañar que la región de más rápido desarrollo -que Bezrukov caracteriza como “el sur de Eurasia”- pueda convertirse en una “zona de riesgo”, potencialmente convertida por el Hegemón en un enorme barril de poder.

Describe cómo el sur de Eurasia está salpicado de fronteras conflictivas, como en Cachemira, Armenia-Azerbaiyán, Tayikistán-Kirguistán. El hegemón está obligado a invertir en un recrudecimiento de los conflictos militares por las fronteras en disputa, así como en tendencias separatistas (por ejemplo, en Baluchistán). Abundan las operaciones encubiertas de la CIA.

Aun así, Rusia podrá salir adelante, según Bezrukov: “Rusia tiene grandes ventajas, porque somos el mayor productor de alimentos y proveedor de energía. Y sin energía barata no habrá progreso ni digitalización. Además, somos el vínculo entre Oriente y Occidente, sin el cual el continente no puede vivir, porque el continente tiene que comerciar. Y si el Sur arde, las rutas principales no serán por los océanos del Sur, sino por el Norte, principalmente por tierra”.

El mayor reto para Rusia será mantener la estabilidad interna: “Todos los Estados se dividirán en dos grupos en este punto de inflexión histórico: los que puedan mantener la estabilidad interna y avanzar razonablemente, sin derramar sangre, hacia el siguiente ciclo tecnológico, y los que no puedan hacerlo, los que se salgan del camino, los que florezcan en un sangriento enfrentamiento interno como el que tuvimos hace cien años. Estos últimos retrocederán entre diez y veinte años, se lamerán después las heridas e intentarán ponerse a la altura de los demás. Así que nuestro trabajo es mantener la estabilidad interna”.

Y ahí es donde el Gran Despertar insinuado por Gurulyov, o Rusia reconectando con su verdadero ethos civilizacional, como sostendría Dugin, desempeñará su papel unificador.

Aún queda mucho camino por recorrer, y una guerra contra la OTAN que ganar.

Mientras tanto, en otras noticias, los hackers de Hegemon están dando vueltas a que el Atlántico Norte se ha trasladado al sur de China.

Buenas noches y buena suerte.

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