22 de septiembre, 2023

Por Ned Rauch-Mannino

A partir de agosto, China impondrá controles a la exportación de dos minerales críticos: el galio y el geranio. Estos metales son esenciales para la tecnología de los semiconductores y la restricción de su acceso supone la última andanada de Pekín en su competencia estratégica con Washington y perturbará considerablemente a los fabricantes de chips estadounidenses y taiwaneses.

La cadena mundial de suministro de minerales ya es estrecha y China tiene una abrumadora ventaja en la extracción y procesamiento de metales de tierras raras. Este dominio del mercado permite a Pekín manipular el acceso aparentemente a voluntad. Más allá de los minerales, el estatus de China como primer fabricante mundial también hace que las materias primas como los plásticos, los productos químicos y los productos agrícolas sean vulnerables a las ambiciones geopolíticas de Pekín.

Para la industria estadounidense que depende de cadenas de suministro fiables, esta vulnerabilidad subraya la necesidad de buscar un pivote. La desvinculación no es realista, pero la diversificación del suministro es una estrategia necesaria a largo plazo. Para los intereses estadounidenses que persiguen cadenas de suministro nuevas y seguras, África representa una oportunidad clave.

El mercado africano, que cada vez atrae más atención, ofrece una amplia gama de oportunidades de comercio, inversión y abastecimiento en cincuenta mercados distintos. La población del continente, de más de mil millones de habitantes, es la más joven y la de más rápido crecimiento del mundo, y el Fondo Monetario Internacional sugiere que ocho de los quince mercados de más rápido crecimiento del mundo se encuentran en África, entre ellos Costa de Marfil, la República Democrática del Congo, Ruanda y Senegal.

Para algunos, la reputación de África comienza con sus problemas humanitarios. Pero hoy en día el continente hace gala de atractivos mercados emergentes que han aprovechado la ayuda al desarrollo para facilitar un serio progreso económico.

África es inequívocamente rica en materias primas, petróleo y gas, y potencial agrícola. Además, África cuenta con una mano de obra muy prometedora, grupos de innovación y una clase media en ascenso, lo que sugiere que, más allá de la seguridad de la cadena de suministro, la industria estadounidense puede establecer relaciones duraderas y mutuamente beneficiosas a través del comercio.

En la actualidad, Nigeria, Ghana y Sudáfrica son destinos de inversión fiables, además de Marruecos, que mantiene un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, y Kenia, que está recibiendo una atención similar por parte de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos.

Costa de Marfil, Tanzania y Zambia están adoptando reformas fundamentales como el avance del Estado de Derecho, el afianzamiento de la protección de los derechos, la reducción de las barreras comerciales y el fomento de la gestión fiscal para atraer asociaciones transatlánticas e inversión extranjera directa.

Los homólogos estadounidenses reconocen la importancia de las relaciones comerciales y de inversión con África. Tanto la Unión Europea como China han realizado inversiones estratégicas y, aunque con enfoques muy diferentes, han establecido cadenas de suministro duraderas y diversas en todo el continente.

Europa, por ejemplo, intercambia más de 250.000 millones de dólares al año con África, casi cinco veces más que la relación comercial estadounidense. Con más de 20 acuerdos de libre comercio en todo el continente, la Comisión Europea ha hecho de África una prioridad de la “Puerta Global” y el principal objetivo de la agenda de inversiones energéticas del bloque.

China también tiene una presencia bien documentada en el continente, impulsada principalmente por la controvertida iniciativa “Un cinturón, una ruta”. China es el mayor socio comercial de muchos Estados africanos, y su participación activa crea competencia, sobre todo en ámbitos como los derechos sobre los minerales, el acceso a los puertos y la contratación pública.

Las empresas estadounidenses también están interesadas en implicar a África como socio de la cadena de suministro, y cuentan con apoyo para dar sus primeros pasos.

Durante los últimos 20 años, los esfuerzos del gobierno estadounidense han fomentado unas condiciones comerciales y de inversión más seguras, e iniciativas actuales como Prosper Africa y Power Africa ponen a disposición de la industria estadounidense herramientas como seguros de riesgo, inteligencia empresarial y búsqueda de socios.

La Ley sobre Crecimiento y Oportunidad en África también añade disposiciones sobre importación, y la Zona de Libre Comercio Continental Africana facilita aún más las vías de suministro y promueve el comercio mediante la eliminación de aranceles entre los Estados africanos, la cooperación regional, las normas comunes y la reforma reglamentaria.

Como cualquier mercado emergente, África no está exenta de riesgos. Innegablemente complejos, los diversos retos que se encuentran en algunos países incluyen estructuras de gobierno que cambian rápidamente, inestabilidad política, barreras comerciales obstinadas y corrupción persistente.

El capital se mueve lentamente en el continente, y los resultados son menos predecibles. La escasez de vuelos, las limitadas rutas marítimas, las barreras lingüísticas y las diferencias horarias también contribuyen a dificultar el perfil de riesgo. Estos factores, de mayor o menor importancia, afectan al cálculo de la exploración de mercados.

El enfoque adecuado empieza por reconocer que cada país presenta un perfil único y determina unas expectativas y unos plazos razonables. Familiarizarse con los matices de África es clave, al igual que viajar al continente. Empezar poco a poco, por ejemplo, mediante proyectos piloto o inversiones limitadas en activos, puede proteger del riesgo. La incorporación de expertos en África a los equipos de las empresas puede servir para entablar conversaciones, identificar posibles obstáculos y predicar con el ejemplo.

Aunque puede que África no sea una solución absoluta a los retos actuales de la cadena de suministro, el continente merece una consideración mucho más seria por parte de empresarios con visión de futuro que comprendan las limitaciones de un enfoque de “cesta única”.

Los argumentos a favor de África como socio industrial de EEUU son más sólidos que nunca, y para quienes se atrevan a navegar por las complejidades de África, la oportunidad de establecer relaciones comerciales bidireccionales con un mercado posicionado para el crecimiento es evidente.

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