Por Antonio Graceffo
Las dos economías más grandes del mundo están nuevamente enfrentadas en una lucha por la supremacía.
En el último intercambio entre el presidente de EEUU, Donald Trump, y el líder chino, Xi Jinping, Pekín está utilizando los mercados financieros como palanca en la guerra comercial, apostando a que una caída sostenida podría presionar a Trump para que ceda.
Sin embargo, la administración Trump ha dejado claro que no ajustará sus políticas basándose en fluctuaciones bursátiles, insistiendo en que las negociaciones solo avanzarán en términos que sirvan a los intereses económicos de EEUU.
Esta guerra comercial es la segunda parte, una revancha del enfrentamiento entre ambos líderes. A continuación, se presenta un análisis ronda por ronda de cómo se está desarrollando esta renovada guerra comercial entre EE. UU. y China.
Ronda 1 (Febrero–Abril)
Trump abrió su segundo mandato con aranceles agresivos, imponiendo un 10 % de aranceles a todas las importaciones chinas en febrero, citando déficits comerciales y preocupaciones por el fentanilo. A principios de abril, escaló aún más, anunciando aranceles recíprocos masivos que elevaron las tasas sobre productos chinos al 145 %, prácticamente un embargo.
Pekín respondió con aranceles del 125 % sobre las exportaciones estadounidenses, apuntando a maquinaria agrícola, carbón y gas natural licuado, mientras iniciaba una investigación antimonopolio contra Google, señalando su disposición a usar el poder regulatorio como arma.
Los mercados globales cayeron ante los temores de recesión y las cadenas de suministro se tambalearon.
Durante meses, inversores y consumidores contuvieron el aliento, ralentizando la economía mundial. A mediados de año, surgieron rumores de una tregua, pero ninguna de las partes estaba lista para ceder, dejando el comercio global en un estado de incertidumbre mientras la guerra comercial avanzaba a su siguiente fase.
Ronda 2 (Mayo)
Tras meses de duros intercambios, ambos lados se reunieron en Ginebra, Suiza. El 12 de mayo, la Casa Blanca anunció una “victoria comercial histórica”: los aranceles se reducirían en un 115 %, dejando una base del 10 % durante una tregua de 90 días.
El arancel efectivo de EE. UU. sobre bienes chinos cayó del 145 % al 30 %, mientras que la tasa de China sobre bienes estadounidenses se redujo del 125 % al 10 %.
La tregua se extendió dos veces, moviendo la fecha límite al 10 de noviembre. Durante este período, Trump firmó nuevos acuerdos comerciales con otros socios y añadió más empresas chinas a las listas de control de exportaciones: 42 en marzo y 23 en septiembre. Las exportaciones de China a EEUU cayeron un 27 % interanual en septiembre, pero sus exportaciones totales disminuyeron un 8.3 % al diversificarse hacia Europa y otros mercados.
En agosto, Trump aprobó las ventas del chip H20 de Nvidia a China a cambio de un recorte del 15 % de los ingresos. Casi al mismo tiempo, Washington amplió las restricciones de exportación, incluyendo a miles de empresas chinas en listas negras.
Pekín retalió en septiembre acusando a Nvidia de violaciones antimonopolio, lo que llevó a Trump a endurecer aún más los controles al añadir subsidiarias de empresas ya sancionadas.
Ronda 3 (Finales de septiembre)
El 19 de septiembre, Trump y Xi hablaron por teléfono, y Trump afirmó que acordaron reunirse en la cumbre de APEC en Corea del Sur en octubre. Pekín aún no ha confirmado si Xi asistirá.
Días después, el 29 de septiembre, Washington amplió nuevamente su lista de control de exportaciones, aumentando significativamente el número de entidades chinas afectadas.
Ronda 4 (9 de octubre)
Pekín contraatacó anunciando controles de exportación masivos sobre tierras raras, efectivos a partir del 1 de diciembre. Las medidas ampliaron los requisitos de licencias para 12 de los 17 metales de tierras raras y restringieron la exportación de equipos de refinación y tecnologías relacionadas.
Las empresas extranjeras necesitarían licencias para cualquier producto con más del 0.1 % de contenido de tierras raras chinas, con todas las exportaciones relacionadas con el sector militar totalmente prohibidas.
China controla aproximadamente el 70 % de la minería global de tierras raras y se estima que el 93 % de la producción de imanes, materiales esenciales para electrónica, semiconductores, vehículos eléctricos, motores de aviones y sistemas de defensa avanzados. Este movimiento señaló que Pekín estaba listo para convertir su dominio de recursos en un arma.
Ronda 5 (10 de octubre)
Trump respondió en horas a través de Truth Social, anunciando un arancel adicional del 100 % sobre bienes chinos, efectivo a partir del 1 de noviembre, “por encima de cualquier arancel que estén pagando actualmente”. También amenazó con controles de exportación sobre “cualquier software crítico”.
En el mismo post, calificó las medidas chinas como una “posición extraordinariamente agresiva en el comercio” y una “desgracia moral en el trato con otras naciones”.
Los mercados se desplomaron. El Dow cayó 878 puntos (1.9 %), el S&P 500 bajó un 2.7 % y el Nasdaq se desplomó un 3.5 %.
El movimiento dejó claro que las máscaras habían caído, convirtiendo la guerra comercial en una pelea económica sin cuartel.
Ronda 6 (10 de octubre)
Ambas naciones abrieron rápidamente un nuevo frente en el mar. China impuso “tarifas portuarias especiales” a barcos construidos u operados por EEUU, efectivas el 14 de octubre.
EEUU había introducido tarifas similares en abril para desalentar la compra de embarcaciones chinas y frenar la influencia de Pekín sobre las rutas marítimas globales.
Ronda 7 (12–13 de octubre)
Intercambio verbal. A medida que las tensiones escalaban, Pekín defendió sus controles de exportación de tierras raras como “legítimos” bajo la ley internacional, acusando a Washington de tener dobles estándares y “abusar” de los controles de exportación.
Un comunicado del Ministerio de Comercio de China declaró: “La posición de China en la guerra comercial es consistente: no la queremos,
pero no le tememos”.
El secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent, respondió calificando las acciones de China como provocadoras y advirtiendo: “Han apuntado un bazuka a las cadenas de suministro y la base industrial de todo el mundo libre”.
El intercambio subrayó cuán rápido la guerra comercial pasó de maniobras económicas a una confrontación abierta, con ambas partes usando palabras tan contundentes como los aranceles y sanciones.
Ronda 8
Bessent confirmó que las conversaciones comerciales entre EEUU y China seguían vivas.
Trump adoptó un tono conciliador en Truth Social: “¡No se preocupen por China, todo estará bien! El muy respetado presidente Xi solo tuvo un mal momento… ¡EEUU quiere ayudar a China, no hacerle daño!”
Los mercados repuntaron con la esperanza de que lo peor había pasado.
La calma no duró.
El 14 de octubre, Trump reavivó las tensiones, amenazando con detener todo el comercio de aceite de cocina con China por su negativa a comprar soja estadounidense. En un post en Truth Social, calificó el movimiento como un “acto hostil económicamente”. La declaración revivió los temores de una nueva escalada y mostró cuán volátil seguía siendo el enfrentamiento.
Se espera que Trump y Xi se reúnan en la cumbre de APEC esta semana, y ambos tienen la costumbre de escalar tensiones antes de las negociaciones, solo para retroceder en el último minuto. La pregunta ahora es si lo harán de nuevo. Ya no es un combate de boxeo, sino un juego de gallina, y quien parpadee primero, pierde.