25 de abril, 2024

Según un nuevo artículo publicado en una revista revisada por seis científicos de alto nivel, el hemisferio norte podría estar a punto de entrar en un periodo de enfriamiento que durará hasta la década de 2050. Por desgracia, Al Gore y Greta Thunberg no lo han leído.

Por Chris Morrison

Susúrralo en voz baja -y no se lo diga a Al “Océanos en ebullición” Gore-, pero el hemisferio norte podría entrar en una fase de enfriamiento de la temperatura hasta la década de 2050, con un descenso de hasta 0,3 °C. Por extensión, el resto del globo también se enfriará. Estas sensacionales conclusiones, ignoradas por los principales medios de comunicación, se hicieron públicas el año pasado y son obra de seis científicos internacionales de primera fila dirigidos por Nour-Eddine Omrani, del Centro Noruego Bjerknes de Investigación Climática.

Publicados en la revista Nature Climate and Atmospheric Science, los científicos afirman que la Oscilación Multidecenal del Atlántico Norte, una importante corriente marina que ha estado bombeando agua más cálida hacia el Ártico, se está debilitando y eso está dando lugar a una zona más fría del Atlántico Norte y a temperaturas más bajas, como se observó en el periodo 1950-1970.

Ciertamente, las observaciones actuales respaldan estas sugerencias. Como informamos recientemente, el hielo marino estival del Ártico dejó de disminuir hace aproximadamente una década y ha mostrado un crecimiento reciente. La capa de hielo superficial de Groenlandia creció casi 500.000 millones de toneladas en el año transcurrido hasta agosto de 2022, lo que equivale prácticamente a su pérdida anual estimada.

Por supuesto, los alarmistas climáticos no se han puesto al día con estas tendencias recientes, y Sir David Attenborough dijo a su audiencia de Frozen Planet II de la BBC que el hielo marino de verano podría desaparecer por completo en 12 años.

Curiosamente, los seis científicos, cuyos trabajos han contribuido a desmentir el mito de la ciencia “asentada”, siguen atribuyendo parte del calentamiento global a causas humanas. El hemisferio norte se caracteriza por “varias tendencias climáticas multidecenales que se han atribuido al cambio climático antropogénico”.

Pero producir un trabajo que predice 30 años de enfriamiento global les sitúa fuera de la narrativa “establecida” que afirma que el dióxido de carbono producido por el hombre es el principal -posiblemente el único- determinante de las temperaturas globales y locales. Como mínimo, reduce la histeria que aboga por medidas punitivas casi inmediatas.

El autor principal, Omrani, declaró que la pausa prevista en el calentamiento “nos da tiempo para encontrar soluciones técnicas, políticas y económicas antes de la siguiente fase de calentamiento, que se reanudará a partir de 2050”. Ni que decir tiene que este tipo de ideas no estuvieron presentes la semana pasada en Davos, donde los delegados de la élite aumentaron el alarmismo hasta cotas sin precedentes.

El ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, se puso a despotricar sobre “bombas de lluvia” y “océanos hirvientes”. John Kerry, actual enviado de Estados Unidos para el clima y propietario de un jet privado, describió la reunión como un grupo “selecto” de personas que intentan “salvar el planeta”, mientras que Antonio Guterres, jefe de los feriantes de la ONU, afirmó que estamos coqueteando con el desastre climático y que cada semana aparece una nueva historia de terror.

Por supuesto, algunos podrían sugerir que, dadas las circunstancias, se trataba de un excelente esfuerzo global para conseguir más dinero, quiero decir, -más preocupación genuina por el clima- en un momento en que los corales, el hielo marino del Ártico, la capa de hielo de Groenlandia, los osos polares y ahora el calentamiento global tienen que ser retirados de la cartera de carteles de alarma.

Como hemos señalado en numerosas ocasiones, el aumento de las temperaturas globales se agotó hace unas dos décadas. Los registros precisos de los satélites muestran pausas entre 2000 y 2012 y una pausa actual de más de ocho años. Se podría argumentar que el único calentamiento real durante más de 20 años fue causado por una oscilación natural de El Niño particularmente potente a mediados de la última década.

Los conjuntos de datos de superficie manejados por operaciones como la Met Office del Reino Unido han añadido un calentamiento retrospectivo, mientras que cada vez hay más dudas sobre el registro in situ de las enormes distorsiones térmicas causadas por el crecimiento de las ciudades y pueblos de todo el planeta.

El documento de Omrani es complejo, pero gira en torno al efecto de la Oscilación Multidécada del Atlántico Norte (AMO), cíclica y natural. Las observaciones y registros que se remontan a principios del siglo XIX han mostrado enormes cambios en el hielo marino del Ártico. Parece que la AMO desempeña un papel fundamental en estos cambios.

Una proyección clave del documento es “un mayor debilitamiento de la Oscilación del Atlántico Norte, un enfriamiento del Atlántico Norte y un paréntesis en el hielo marino invernal del Atlántico Norte y en las temperaturas globales de superficie, como en los años 1950 – 1970”. Si se produce un descenso comparable al de este periodo, la temperatura global podría bajar hasta 0,3°C.

La ciencia, la política y los medios de comunicación ignoran en gran medida cualquier dato científico que minimice la implicación del CO2 de origen humano. Pero incluso algunos científicos que sostienen que la aportación antropogénica es considerable reconocen el papel que desempeñan los factores atmosféricos naturales en un clima en constante cambio.

Los científicos más escépticos, como el profesor emérito Richard Lindzen, del MIT, tienen un problema intelectual al achacar todos o la mayoría de los cambios en las temperaturas globales a un solo gas atmosférico traza. Lindzen rechaza esta visión “unidimensional” del clima.

Pertenece a la corriente de pensamiento de la ciencia del clima que sostiene que los cambios de temperatura están causados por flujos dinámicos de calor en la atmósfera y los océanos, y éstos a su vez por diferencias latitudinales de temperatura, o “inestabilidad baroclínica” para darle un término científico.

Para Lindzen, es “absurdo” suponer que el factor que controla los cambios de temperatura en nuestro complejo clima tridimensional sea la pequeña contribución del CO2. Parece que cuanto más miran y exploran los científicos, más comprenden que la atmósfera y el clima que produce es un entorno inmensamente complejo afectado por muchas influencias naturales de gran alcance.

***

Chris Morrison es redactor de Medio Ambiente del Daily Sceptic. Recientemente participó como invitado en el podcast del periodista online especializado en clima Tom Nelson, donde habló de sus primeras influencias periodísticas, de su vida como periodista y empresario, de su incorporación a una banda de rock and roll y de su reciente trabajo en el Daily Sceptic.

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